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Foto del escritorEditorial Cazador

Defender la Cultura como una trinchera

La nueva normalidad está a punto de llevarse por delante a la cultura.

Efectivamente, esta «nueva normalidad» está a punto de llevarse por delante a la Cultura. Esta «nueva normalidad» que consiste, básicamente en hacer lo de siempre, pero con mascarilla



Ante las restricciones que están aplicando los gobiernos regionales a la Cultura solo hay una respuesta: no les interesa que accedamos a ella.

España no se caracteriza por ser el país que más cultura demande. Si te sales de los grandes núcleos industriales y/o comerciales, te das cuenta de que España, que ha sido diseñada para el turismo, no rinde cuentas ante la Cultura, ni ante los agentes culturales. ¿Para qué? El dinero que generamos es tan poco que no les renta. Es mejor darle facilidades a un equipo de fútbol para que pague su deuda con Seguridad Social o Hacienda que promover un plan de ayudas de verdad.

La pandemia no solo ha sacado a flote las dotes cómicas de la insigne Ayuso, o ha puesto sobre la mesa el despropósito que plantean comunidades gobernadas por PP, PSOE, Podemos o Ciudadanos, sino que ha puesto de manifiesto la fragilidad de un sector que, si bien es cierto, no mueve el dinero que puede mover eventos deportivos o folclóricos en toda España, es un sector que da trabajo a muchas personas en este bendito país.


Como editorial independiente, antes de 2020, nos preguntábamos todos los inicios de año: ¿Seremos capaces de sobrevivir? Esa pregunta, ahora, nos la hacemos todos los meses, cuando nos llegan las liquidaciones de nuestras distribuidoras o vemos las ventas por internet.

Y es normal que la gente no quiera gastar dinero ante esta incertidumbre que nos dice que el COVID sale a tomar copas por la noche, pero a otras horas del día, las terrazas no tienen por qué guardar la distancia de seguridad; que no podemos reunirnos más de diez personas, pero el COVID no monta ni en autobús ni en metro porque ahí, os aseguramos, que hay más de diez personas...


Pero las pequeñas librerías se ven con un aforo de 10 personas, si dos son quien presenta y quien escribe, contamos a la persona que esté a cargo de la librería, tienes 7 personas como mucho. ¿Merece la pena hacer así una presentación? Pero, ojo, el COVID no va a los toros, creo que no le gusta que te pongas la minifalda.

Nosotras estamos y velamos por cumplir todas las normas sanitarias impuestas porque otra cosa es una locura. Pero, ¿en base a qué criterio se determina que en una presentación haya 10 personas, o no se celebren actos literarios, ni festivales, o ferias, pero los niños puedan acudir a unas clases que no cumplen con la ley al saltarse la ratio, incluso despedir a profesores, pero plantearse contratar a 500 policías para perseguir el absentismo? ¿Por qué siempre la Cultura o la Educación?

La respuesta ya la sabéis: Un pueblo que no piensa, es un pueblo manipulable.

Eso, tristemente, lo defiende desde el Ayuntamiento de Cádiz que aún no se ha pronunciado sobre una feria del libro de la que el sector no sabemos nada, aunque estamos a menos de un mes de su celebración online (gran invento de Podemos), pasando por la Junta de Andalucía (PP) o por la Comunidad de Madrid (PP poco al Yuso). Trasládese al lugar de España que prefiráis.


¿Por qué se cierran teatros, cines, librerías, editoriales? ¿Por qué se las deja morir sin conseguir ayudas estatales como consigue el sector automovilístico cada dos por tres?

¿Saldrá alguna vez alguno de nuestros supuestos representantes a dar la cara por la Cultura?

Mientras ustedes lo piensan, muchos nos vamos viendo abocados al cierre con la destrucción de puestos de empleo que eso conlleva.

Una vez os contamos cómo se establece el precio de un libro. Detrás de un libro hay:

-escritores/as

-editoriales

-correctores/as

-diseñadores/as

-maquetadoras/es

-ilustradoras/es

-imprenta

-agencias de transporte

-distribuidoras

-librerías


Una cadena más bien amplia, a la que se le niega una y otra vez la ayuda.

Puede que este no sea el post que se espera de una editorial, pero es que esta editorial se ha hartado de dar la callada por respuesta al maltrato que estamos recibiendo por parte de Cádiz, Andalucía y España.

Señores políticos que velan por el bien de la Cultura, sean del partido que sean, en este país, sigan vapuleando a las universidades, a las escuelas, a editoriales, a teatros, cines, música. Sigan por ese camino, eso delata la humanidad que albergan.

Nosotras no tenemos signo político, solo ganas de trabajar, de seguir generando empleo y de luchar por la literatura en este país.

Ya lo dijo José Ángel Valente:

Lo peor es creer

que se tiene razón por haberla tenido

o esperar que la historia devane los relojes

y nos devuelva intactos

al tiempo en que quisiéramos que todo comenzase.

Pues ni antes ni después existe ese comienzo

y el presente es su negación y tú su fruto

hermano consumido en habitar tu sombra.

Lo peor es no ver que la nostalgia

es señal de engaño o que este otoño

la misma sangre que tuvimos canta

más cierta en otros labios.

Y peor es aún ascender como un globo,

quedarse a medio cielo,

deshincharse despacio,

caer en los tejados de espaldas a la plaza,

no volver al gran día.

La gloria de aquel acto

era toda futura.

Pero tú olvidas cuanto

pusiste en él, mientras los muertos

brotando están a flor de tierra ahora

para hacer con sus manos

la casa, el pan y la mañana nuestra.

Y tú en tu otoño de recordatorios,

en tu rosario quieto,

igual que un héroe de metal fundido,

famoso en unos pocos

metros a la redonda,

ilustre en ignorancia de la hora inmediata

y casi sordo de tristeza.

Pienso

si no supiste combatir,

si no te defendiste por donde más te herían

o si acaso ignorabas que el destierro es a veces

más cruel que la muerte.

Sobremueres.

Te han vendido a ti mismo,

a tu perfil lejano entre metralla y cantos

o te has dejado herir con un solo disparo

de luz petrificada en la boca del alma.

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